¿Eres de los que oye el timbre y ni se inmuta y hace como si no hubiera escuchado nada? ¿Eres de lo que oye el timbre, tiembla y despacio sin hacer ruido mira por la mirilla pero no abre?
Bienvenido porque eres de los que no le gustan las visitas inesperadas, sin previo aviso ya que eso lo ves como una falta de educación por no respetar tu intimidad así que marcas el territorio haciendo que todo el mundo sepa que si quiere ir a tu casa tiene que preguntar antes o ya directamente ni pregunta porque sabe que no eres un buen anfitrión. Hace unas décadas este tipo de visitas eran muy comunes, tal vez por no existir los móviles y no tener una comunicación tan rápida…
Recibir sin previo aviso a vecinos o amigos que pasaban por allí es una actividad casi inexistente dentro del tejido social de las grandes ciudades. La configuración de la propia urbe o el desarrollo de la tecnología han propiciado que esta situación, de producirse, incluso se molesta y percibida como una perturbación del descanso. El País.
Eres de los que tu casa no es para hacer comidas familiares, barbacoas o fiestas de cumpleaños sino es tu refugio, tu cueva, tu lugar de paz y de descanso. Para esos menesteres prefieres hacerlo fuera de casa. También eres de los que no le gusta invitar a nadie a dormir en tu casa. ¿Eres un bicho raro antisocial? ¿Escondes algo oscuro para no dejar que pongan un pie en tu casa sin previo aviso? ¿Te molesta incluso el electricista o el fontanero si no te avisa a qué hora exacta va a pasar por tu casa o el repartidor de Amazon que te trae un paquete?
Pues si te sirve de consuelo Carl Jung dice que no querer recibir visitas no es un rechazo sino un acto necesario de autoconservación ya que refleja la necesidad de soledad para honrar tu mundo interior, fomentar una conexión profunda y evitar abandonarse a uno mismo recargando energía. Esta inclinación por los espacios tranquilos permite el autodescubrimiento y el eventual retorno a los demás con mayor autenticidad y profundidad, ya que la soledad se considera una fase sagrada para el trabajo interior, más que el aislamiento.
Así que tal vez eres de los que prefiere la soledad más que socializarte sin sentido en lugares donde no te aporta nada interesante. O también porque proteges tu energía y evitas agotarla dando más de la que tienes ya que estas cosas no te recargan.
Carl Jung dice que la soledad no consiste en rechazar a los demás, sino en crear las condiciones necesarias para una comunión auténtica y profunda, donde puedas regresar al mundo completo y presente.
Jung consideraba la soledad como una fase sagrada, un espacio consagrado donde uno puede encontrarse con su mundo interior y recuperar algo real, preparándolo para conexiones más profundas. Este trabajo interior no es el fin de la conexión, sino una preparación para un retorno más profundo y significativo hacia los demás. Al honrar la quietud que tu alma anhela, no te retiras del mundo sino que cultivas la plenitud y la autenticidad interior.
Aprender a decir no a las visitas sin sentirse culpable es esencial para respetar tus límites y honrar tus propias necesidades. Es respeto hacia ti mismo.
Ese es mi espacio y ese es el tuyo
Las visitas sorpresa pueden sentirse como una intrusión, tanto física como psicológica y mentalmente, como si alguien estuviera invadiendo nuestro oasis privado. No es que lo estuviera sino que sientes que lo está invadiendo. Es como en la película de Dirty Dancing donde Patrick Swayze dice ‘este es mi espacio y ese es el tuyo’, donde enfatiza la necesidad de mantener la distancia correcta durante el baile y la postura, un concepto clave en las clases de baile. Esta importancia de la distancia se puede aplicar en las visitas sin previo aviso porque esta frase subraya la necesidad de que ambos mantengan su propio espacio definido al moverse juntos, lo cual es fundamental para la conexión y el movimiento del baile y, por ende, en las relaciones con los demás. Esto también es clave si vives en pareja donde quieres tener tu espacio para poder moveros juntos sin atosigaros ni pisaros metafóricamente los pies.
Las visitas sorpresa son justo lo contrario de un ambiente acogedor. El hogar es tu lugar seguro y las visitas sin previo aviso lo hacen sentir menos seguro.
Ignorar el Timbre
Nuestra casa es nuestro territorio, nuestro refugio y hace maravillas en nuestros niveles de energía mental y física. Y cuando alguien llega sin avisar a un lugar que consideramos seguro, sin querer desarrollamos el hábito de ignorar intencionalmente el timbre.
¿Quién no ha ignorado el timbre o esa llamada del móvil? Todos lo hemos hecho y lo seguimos haciendo. ¿Tu madre aparece cuando le da la gana? ¿El electricista, que llevas toda la mañana esperando, toca el timbre justo cuando acabas de poner la comida en la mesa? ¿Ese vecino que se aburre y quiere un poco de sal? ¿Ese/a novio/a celoso que aparece a cualquier hora para ver qué estás haciendo?
Por favor, no aparezcas sin avisar y no abras la puerta si no quieres ya que tienes todo el derecho a no abrir la puerta o a no dejar pasar a alguien.
Evita aparecer sin avisar para demostrar cortesía y respeto. Es preferible avisar con un mensaje para preguntar si es un buen momento. El confinamiento ha hecho que seamos mucho más reservados que hace unas décadas donde dejábamos las puertas abiertas e invitábamos a todo cristo. Establecer límites claros sobre cuándo y cómo se pueden recibir visitas es una forma de proteger la privacidad y mantener buenas relaciones. Aunque no debería hacer falta, hace falta.
Debes avisar por respeto a la privacidad, intimidad y seguridad por mucho que sea un familiar, una gran amistad o el amor de tu vida.
¿Has oído hablar de límites?
No se tendría que hablar de esto porque se tendría que dar por supuesto pero hay algunas personas muy impulsivas que debemos pararle los pies. Se deben de poner límites para que la gente sepa que se tiene que avisar con antelación porque tú harás lo mismo cuando vayas a visitarlos.
Las sorpresas se sienten como una intrusión (tanto física como emocional y mentalmente). Hay que marcar territorio.
Territorio, esa acción instintiva de los animales de dejar señales olfativas (como orina) o visuales para delimitar y defender su espacio creando seguridad; esa necesidad de las personas de proteger su espacio personal o de otros usando gestos, objetos personales o incluso acciones para defender su espacio vital o el de su familia.
Y ojo porque marcar territorio en la pareja también sería dejar pertenencias como un cepillo de dientes o ropa en casa de la pareja para indicar tu presencia y pertenencia en el lugar y tal vez deberías preguntarle a tu pareja y no hacerlo sin previo aviso.
Poner límites es enviar un mensaje claro al mundo exterior, indicando que no estás disponible o que se debe tener respeto.
Al fin y al cabo, todo es cuestión de límites, y los míos no incluyen visitas sorpresa. Mi hermana hasta me avisa y yo le aviso a ella. Pero me encantaría reunirme contigo en un día y hora previamente acordados y lo más seguro que no sea en mi casa…
Como Pedro por su casa
Existe cierta presión social tras la expectativa de que amigos y familiares puedan quedarse en tu casa cuando vienen de visita.
Si te niegas a recibir invitados en tu casa, predica con el ejemplo. Puede parecer perfectamente justo aceptar la hospitalidad de otras personas pero te guste o no, esto genera cierta deuda social. Se espera que devuelvas el favor, y ningún argumento lógico sobre nuestra libertad para tomar nuestras propias decisiones sobre el uso de nuestra propiedad te hará parecer menos hipócrita. Cuando visites a alguien te recomiendo que te alojes en un hotel porque es lo que quieres que hagan ellos cuando te visiten.
Y por cierto, no digas algo que no cumplirás como: Puedes quedarte con nosotros. Frase típica cuando alguien habla casualmente de un viaje que dudas que vaya a hacer. Pero si invitas a alguien, por muy casual que sea, asumirá que lo dices en serio y acudirá. Para evitar tener que apretar los dientes con una visita que no querías o dañar una relación al negarte incómodamente a aceptar tu invitación, no la invites.
Y por favor, no mientas. Si alguien insiste en quedarse a dormir, podrías pensar que inventar una razón por la que no es posible resolverá el problema pero no será así sino que simplemente retrasa tu problema porque se volverá a repetir la situación. Y eso lleva a que tus amigos y familiares descubran tu mentira o sospechen que no los quieres y lo tomen como algo personal. Es incómodo pero ser honesto sobre tu deseo de estar solo en tu propia casa es la solución.
Tus padres en tu casa unos días
Recibir a tus padres en tu casa es un gesto increíblemente generoso que merece gratitud y reconocimiento pero ya te adelanto que ellos lo ven como algo muy normal ya que ellos te tuvieron en la suya durante años, por no decir décadas. Así que el hecho de que sean tus padres no significa que tengas derecho a tratarlos mal. Si, se pasan más de tres días en tu casa saldrán los trapos sucios, saldrán lo patrones no resueltos, saldrán todos los fantasmas del pasado y la ira te poseerá así que no es momento de proyectar tu frustración con ellos. Aunque sean tus padres tienes que tener el valor de decirles que mejor se queden en un hotel si sientes que no te ves preparado para una visita al pasado.