La Paradoja del Miedo al Rechazo. Tu Mejor Aliado para tu Crecimiento

La Paradoja del Miedo al Rechazo. Tu Mejor Aliado para tu Crecimiento

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El miedo al rechazo es un sentimiento poderoso que a menudo tiene un profundo impacto en nuestras vidas. Es normal experimentar nervios al encontrarse en situaciones que podrían llevarnos al rechazo, pero para algunas personas este miedo se puede volver aterrador, es decir, algo que nos podría llevar a la acción y al cambio se convierte en algo que nos paraliza y estanca.

Este miedo, cuando nos paraliza, suele tener muchas causas arraigadas disfuncionales y si no se hacen conscientes y se trabajan pueden empeorar toda tu vida creando limitaciones cada vez mayores. 

Pero seamos realistas porque el miedo al rechazo ‘funcional’ lo tenemos tatuados desde antes de nacer, lo llevamos en nuestras venas, en nuestro ADN. Ese miedo primario a que nos rechace nuestra madre al nacer, ese miedo primario que hace que nos agarremos a la vida con tanta fuerza para así comernos el mundo con o sin el sustento de mamá.

Por eso insisto en hacer esta distinción porque este miedo al rechazo bien integrado es necesario para nuestra supervivencia, nuestro desarrollo, nuestro aprendizaje y puede mover montañas.

Reprograma tu Mindset

Por tanto, si queremos aprovecharnos de él e integrarlo como herramienta poderosa, tenemos que reprogramar y actualizar nuestro mindset ya que con los años está obsoleto, es decir, en desuso y sin utilidad para nuestro propio beneficio. Mindset en español significa tu mentalidad y se refiere al conjunto de creencias y pensamientos que determinan tu comportamiento, tus actitudes y tu forma de ver la vida. 

Lo popularizó la psicóloga Carol S. Dweck en su libro ‘Mindset: La nueva psicología del éxito’ (2007), y nos dice que abarca principalmente dos tipos: El mindset fijo, donde se cree que las habilidades son innatas e inmutables, y el mindset de crecimiento, que considera que las habilidades y la inteligencia se pueden desarrollar con esfuerzo y dedicación. Por eso cuando nos vamos haciendo mayores somos más cuadriculados, más cerrados a nuevas maneras de ver las cosas y eso impide que sean pocos los que llegan a viejos siendo sabios.

Así que tu mindset es tu mentalidad, ese conjunto de creencias, pensamientos y actitudes que determinan cómo abordas la vida y los desafíos. Es tu forma de pensar y de ver el mundo que moldea tu comportamiento, tus puntos de vista y tus decisiones. Se construye a partir de tus experiencias vividas, tu educación recibida y tus creencias que adoptas como verdaderas y puede ser tanto un motor para el éxito como un obstáculo. Como explica Dweck, todos tenemos un poco de ambas mentalidades, y dependiendo de cuál predomine, o cuál estimulemos más, nos inclinaremos hacia una u otra. 

Los adultos pueden fomentar una mentalidad de crecimiento en sus hijos elogiando el esfuerzo, no el resultado. Al centrarse en el proceso, los adultos ayudan a los niños a comprender que su esfuerzo, dedicación y perseverancia conducen al cambio, al aprendizaje y al crecimiento, tanto ahora como en el futuro.

Como vemos, nuestra mentalidad juega un papel fundamental en cómo afrontamos los desafíos de la vida. Cuando un niño tiene una mentalidad de crecimiento, suele tener sed de aprender y un deseo de esforzarse y descubrir cosas nuevas. Este mismo niño de adulto tiene más probabilidades de perseverar ante los contratiempos. En lugar de rendirse, los adultos con una mentalidad de crecimiento lo ven como una oportunidad para aprender y desarrollarse. Por otro lado, quienes tienen una mentalidad fija son más propensos a abandonar ante las dificultades.

En su libro, Carol Dweck escribe: He visto a muchísimas personas obsesionadas con demostrar su valía en clase, en su carrera profesional y en sus relaciones. Cada situación exige una confirmación de su inteligencia, personalidad o carácter. Cada situación se evalúa: ¿Tendré éxito o fracasaré? ¿Pareceré inteligente o tonto? ¿Seré aceptado o rechazado? ¿Me sentiré ganador o perdedor?  

De Mentalidad Fija a Mentalidad de Crecimiento

Aunque quienes tienen una mentalidad fija quizá no estén de acuerdo, Dweck sugiere que las personas son capaces de cambiar su mentalidad. ¿Cómo? Pues:

  • Concentrándote en el proceso: Un factor importante para desarrollar una mentalidad de crecimiento es reconocer el valor del proceso. Cuando uno se centra únicamente en el resultado final, se pierde todo lo que podría aprender durante el camino.
  • Incorporando el ‘aún’. Si tienes dificultades con una tarea, recuerda que simplemente aún no la dominas. Integrar esta palabra en tu vocabulario indica que, a pesar de cualquier dificultad, puedes superar cualquier cosa. Si te fijas pasa mucho al hacernos mayores y empezar una actividad nueva ya que al vernos torpes solemos abandonar a la primera de cambio.
  • Prestando atención a tus palabras y pensamientos. Reemplaza esos pensamientos negativos por pensamientos más realistas y retadores para fomentar una mentalidad de crecimiento.
  • Aceptando los retos: Cometer errores es una de las mejores maneras de aprender. Así que, en lugar de rehuir los desafíos, acéptalos. Por eso, si has empezado clases de baile a tus 50 años y ves que eres un pato mareado pues disfruta del proceso de aprendizaje, incorpora el ‘aún’, no te digas que no lo vas a conseguir sino que estás aprendiendo y acepta este reto que te has puesto. Está claro que no vas a bailar como John Travolta en Fiebre del Sábado Noche ni como Michael Jackson pero esto va a hacer que tu cerebro y tu cuerpo usen partes que ese estaban oxidando y, lo más importante, llegarás a disfrutar de lo lindo.  


Y sé que quieres tener un mindset de crecimiento porque sino no estarías leyendo este artículo o haciendo terapia o leyendo libros sobre cómo funciona tu mente. Así que recuerda que para tener un Mindset de crecimiento debes integrar que las habilidades y talentos se pueden desarrollar a través del esfuerzo, la dedicación y el aprendizaje y es importante aceptar los desafíos y ver las dificultades como oportunidades para evolucionar. Esto es lo que da vidilla a la vida.

Enfrenta tus Miedos

Así que volviendo a los miedos, si gestionas tus emociones desagradables simplemente evitando las cosas que las desencadenan conseguirás aumentar el miedo y tu sensibilidad a él.

Así que, en lugar de evitar situaciones donde puedas experimentar rechazo, concéntrate en exponerte y afrontar tu miedo porque una vez que tengas más experiencia comenzarás a reconocer que las consecuencias te causan menos ansiedad de la que esperabas y también tendrás mayor confianza en tu capacidad para abordar situaciones complicadas.

Desarrolla tu Resiliencia y tu Antifragilidad

Ya hablé sobre la resiliencia y la antifragilidad en ‘La Paradoja de Tu Zona de Confort’

Ser resiliente significa que eres capaz de recuperarte después de un revés y seguir adelante con una renovada sensación de fuerza y entereza por lo que eso ayuda a desarrollar la confianza en tus propias habilidades. Por tanto, tomar medidas para mejorar tus habilidades también puede darte confianza en tu capacidad para recuperarte del rechazo.

Pero la resiliencia y la antifragilidad no son lo mismo. La resiliencia es la capacidad de resistir y volver al estado original tras una adversidad, mientras que la antifragilidad es la capacidad de mejorar y prosperar a partir de esa adversidad. Un sistema resiliente se recupera pero un sistema antifrágil se fortalece con los golpes y el estrés. Así que si te rechazan no te hagas pequeño sino resiliente o, mejor aún, antifrágil.

Lo antifrágil no solo resiste, sino que termina mejor que al inicioNassim Taleb de su libro ‘Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden’.

El fracaso no es lo opuesto al éxito, sino una parte esencial del camino hacia el éxito

Voy a hacer un juego de palabras a ver qué sale: El rechazo no es lo opuesto a la aceptación, sino una parte esencial del camino hacia la aceptación. No ha quedado mal, ¿verdad?

Y otra cita de Taleb: El miedo está ahí para recordarnos que debemos vivir más.

Sé Auténtico

Si desarrollas tu resiliencia y tu antifragilidad serás más auténtico y eso hará que tu miedo al rechazo se vaya difuminando. Muchas personas que temen al rechazo desarrollan un estilo de vida cuidadosamente controlado y preestablecido. La espontaneidad desaparece y lo que se sale de la norma o de tu control, como los imprevistos, te convierten en un absoluto caos. Por eso con el control nos escondemos tras una máscara para no mostrar nuestro verdadero yo pero es curioso que en situaciones caóticas la máscara no nos deja respirar y te la arrancas de cuajo saliendo con fuerza el monstruo que llevas dentro pudiendo arrasar con todo lo que va delante, tú incluido. Pero quien está detrás de esa ira descontrolada es nuestro miedo y esto es muy agotador y hace que tengamos miedo de nosotros mismos haciendo que nos aislemos cada vez más de todo cayendo, sin darnos cuenta, en nuestra propia trampa: La Soledad.

¿Cómo ‘tapamos’ el Miedo al Rechazo?

Complacer a la gente. ¿Eres un Pleaser?

Aunque es natural querer cuidar a quienes amamos, quienes temen el rechazo suelen ir demasiado lejos. 

¿Eres un pleaser? Es decir, ¿necesitas complacer y agradar a los demás por miedo al rechazo? ¿Necesitas complacer porque necesitas saber que los demás te necesitan? ¿Complaces por miedo a decir que no? ¿Complaces a los demás porque deseas encajar y sentirte visible dejando de lado tus valores y tu autoestima?

Ojo con el mártir que no es lo mismo ya que este se asegura de que sepas que se está sacrificando por ti y por todos los demás, menos por sí mismo. El mártir es muy ruidoso y se empeña en que sepas que es infeliz haciéndose la víctima y encima echándote la culpa y no aceptará tu ayuda porque de todas formas lo harías mal, tendría que arreglar las cosas por ti… En realidad, no quiere que los demás carguen con su propio peso.

Muchas personas complacientes, pleasers, no son conscientes de lo que hacen; a menudo, ni siquiera saben lo que quieren o cuáles son sus propias necesidades. Por eso les resulta difícil priorizarse. Esto se debe a que su autoestima está ligada a lo que hacen por los demás.

Pasividad

Las personas con miedo al rechazo suelen hacer todo lo posible para evitar las confrontaciones, tienen miedo al conflicto. Podrían negarse a pedir lo que quieren o a expresar sus necesidades. Una tendencia común es intentar simplemente ignorar sus propias necesidades o pretender que no importan.

El miedo al rechazo puede impedirte alcanzar tu máximo potencial. Exponerse es aterrador para cualquiera, pero si tienes miedo al rechazo, puedes sentirte paralizado. Aferrarse al statu quo supuestamente te da seguridad, incluso si no estás contento con tu situación actual. ¿Recuerdas la zona de confort?

Agresividad Pasiva

Muchas personas que temen el rechazo terminan comportándose de manera pasivo-agresiva. Es posible que ‘olvides’, de manera intencionada, cumplir tus promesas, que te trabajes de manera ineficiente lo que emprendes porque es la excusa perfecta para no afrontar que estás cagado de miedo, de miedo a que te rechacen.

Falta de Confianza

Irónicamente, el miedo al rechazo a menudo se convierte en una profecía autocumplida. Por regla general, la falta de confianza en uno mismo, inherente al miedo al rechazo, nos hace más propensos a ser rechazados.

Las investigaciones muestran que la confianza es casi tan importante como la inteligencia a la hora de determinar nuestro nivel de ingresos.

Por ejemplo, muchos en la adolescencia, para no sentirnos rechazados por el grupo, hacemos cosas que no haríamos como tomar drogas o alcohol, robar… ¿te suena?

Manipulación

Algunas personas se aprovechan de las inseguridades de los demás. Quienes sufren de miedo al rechazo pueden correr un mayor riesgo de ser manipulados.

Los manipuladores expertos suelen dar la impresión de ser encantadores, amistosos y cariñosos. Saben cómo presionar para que los demás confíen en ellos. También saben cómo mantener a alguien con miedo al rechazo ligeramente nervioso, como si el manipulador pudiera irse en cualquier momento. Casi invariablemente, el manipulador termina yéndose una vez que ha obtenido lo que quiere de la otra persona.

La trágica realidad es que cuanto más evitas el rechazo, en todas sus formas, más lo recreas en tu vida. El ciclo se repite y empeora cada vez.

El Dolor Emocional y Físico del Rechazo

¿Por qué este miedo nos persigue sin descanso desde que somos pequeños?

El rechazo social, familiar y profesional es algo que muchos, sin saberlo, nos empeñamos en evitar. Sí, es un hecho. El rechazo duele. Los humanos actuales evitamos el dolor a toda costa, por mínimo que sea y eso es antinatura.

Nuestro poder sólo se puede manifestar en nuestro interior cuando nos enfrentamos al rechazo y al dolor. Pero nuestro disfunciónal mecanismo de supervivencia se activa y nuestro inconsciente hace todo lo posible para escapar a toda costa de la posibilidad del dolor y el rechazo. ¿La manera más efectiva de evitar el dolor? Eliminar todo riesgo posible de nuestro entorno, es decir, no hablar en público, no ir a ciertos sitios, no tener citas, no ir a entrevistas de trabajo, no hablar con tu pareja de ciertos temas… La lista es interminable. Y todo esto nos aleja unos de otros y nos autoconfinamos.

Mirad hasta donde hemos llegado que hay estudios que demuestran que el rechazo social y sus consecuentes sentimientos pueden activar la parte de nuestro cerebro asociada con el dolor físico. Está comprobado (Revista Science, investigaciones de la Universidad de Purdue y la Universidad de California, 2003) que ser rechazado o rechazado socialmente activa la misma región de nuestro cerebro —la cíngulo anterior dorsal y la ínsula anterior— que se asocia con la experiencia de dolor físico.

Pero el dolor físico o emocional no es la única consecuencia negativa del rechazo; también puede hacernos sentir más inseguros de nosotros mismos, de nuestras decisiones y de nuestra disposición a ser auténticamente auténticos con nosotros mismos. El rechazo, sobre todo cuando se experimenta repetidamente y de manera disfuncional, puede generar agresión: Nos enfadamos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.

Y en lo más profundo de nosotros, una vocecita nos recuerda constantemente la posibilidad de que el rechazo vuelva a ocurrir. Y claro que ocurrirá pero debemos salir de nuestra burbuja y enfrentarnos a esta emoción para que nos lleve a la recompensa, es decir, a la autoestima, al autoconocimiento, a la autoconfianza, a la autocompasión, en definitiva, al éxito personal.

El Rechazo no viene de afuera

Constantemente nos dicen que la confianza es la clave. Nos bombardean con mensajes en Instagram sobre cómo la confianza es la herramienta para gestionar el rechazo y nuestro miedo a él.

Así que todos buscamos desarrollar la confianza de cualquier manera posible. Pero a menudo pasamos por alto que desarrollar la confianza no es como tomar una pastilla, no es una solución rápida, ni mucho menos.

Según mi experiencia, la confianza solo puede aparecer después de enfrentarte al miedo al rechazo. ¿Cómo? Pues exponiéndote a él, no queda otra. Así es como en cada exposición tu confianza se hace mayor. No puedes tener confianza antes de la exposición porque se crea con experiencias y no sólo con la mente. Decirte y repetirte ‘confío en mi’ no es suficiente. Tu cerebro necesita pruebas.

Todo lo que sucede en nuestras vidas es una oportunidad para explorar y aprender algo más profundo sobre nosotros mismos.

Muchos buscan la raíz de su rechazo en el exterior. Temen al público, a sus padres, a sus amigos, a sus parejas, a sus hijos, a sus jefes o a sus compañeros de trabajo, y a veces a alguien que ni siquiera conocen. Todos se convierten en nuestros enemigos. Pero ¿vamos realmente por la dirección correcta? 

Señalamos con el dedo y culpamos a los demás de nuestras miserias porque lo aprendimos viendo a nuestros padres hacerlo. De niños no teníamos opción. Sin embargo, al crecer y convertirnos en adultos, ¿queremos seguir siendo víctimas y culpar a otros? ¿Queremos culpar a los demás de nuestro miedo al rechazo? Sin duda, es mucho más fácil pero al hacerlo, seguimos siendo unos irresponsables. Permanecemos en la adolescencia (algunos incluso se han quedado encallados en la infancia) y obstaculizamos nuestra maduración. Somos niños con cuerpos de adultos y mentes sin madurar lo suficiente para ir por el mundo sabiendo que si tú estás bien lo de afuera está bien.

Ser responsable significa dejar de culpar a los demás y centrar nuestra atención en nuestro interior. Ahí es donde podemos encontrar la verdadera respuesta para ganar confianza y finalmente sanar nuestro miedo al rechazo.

Os cuento mi caso: En mi época preadolescente, los sábados por la mañana mi padre venía a ver mis partidos de basquet, hasta que me di cuenta que a verme no venía ya que lo único que hacía era hablar con las madres de mis compañeras. Era el único gallo del gallinero, os hacéis una idea. Recuerdo perfectamente un tiro libre que hice y metí 3 puntos. Al ser base para mi eso fue un éxito pero mi padre no lo vio. Eso fue un antes y un después donde me dije que a partir de ahora pondría más atención en el partido, en mis compañeras y en el equipo para mejorar ya que esos 3 puntos nos sirvió para ganar el partido. Fue clave para darme cuenta del rechazo de mi padre y en vez de tomar el papel de víctima y buscar el reconocimiento de otros papás o de otras figuras masculinas me llevó a que tenía que mirar dentro y seguir poniéndome retos para superarlos. Es como un juego, un juego donde solo hay un jugador donde vas pasando pruebas y obstáculos, no hay espectadores y el premio es que sales más fuerte y entero. En realidad mi padre no me estaba rechazando sino que su propio miedo al rechazo le hizo actuar así para buscar la validación en otras mujeres ya que no la tenía de la suya propia.

El pensamiento que desarrollas frente a lo que ocurre (o tu interpretación de lo que ocurre) condiciona los siguientes pensamientos. Si solo interpretas la situación bajo el prisma del miedo (o cualquier otra emoción), solo sentirás y producirás pensamientos de miedo. Neurocientífico David del Rosario, que se hizo famoso al escribir con Sergi Torres, ‘La Biología del Presente’.

Investiga y explora la Raíz de tu Miedo

Cuando dejas de mirar y culpar a tus experiencias externas como las fuentes de tu miedo al rechazo, es cuando las cosas realmente empiezan a cambiar.

Encuentra un momento para tumbarte en silencio y hazte esta pregunta: ¿Qué hay detrás de mi miedo a ser rechazado? No juzgues ni controles, sino deja que la quietud te envuelva y entrégate. 

Quizás descubras que la raíz de tu miedo es el miedo a ser juzgado. Que te juzguen como ‘no suficientemente…’ y luego añade el adjetivo que quieras, da igual (bueno, joven, rico, inteligente…). Pero esta no es la respuesta raíz. La respuesta raíz es no querer aceptar que hay un niño herido que no se le cuidó como él quería, que no se le vio como él quería, que no se le validó como él quería, etc., etc., etc. y eso hizo que te sintieras rechazado. Y a partir de ahí tu inconsciente recoge un nuevo mensaje a sumar a tu colección: Esta sensación no la quiero vivir.

Por tanto en mis sesiones te invito que traigas a ese niño herido a tu presente para darle cobijo y así fusionarlo con tu adulto y formar un tándem, donde tú como adulto le hagas ver que necesitáis mostraros con vuestras vulnerabilidades y fortalezas para superar ese miedo disfuncional y convertirlo en el motor de vuestra vida para que exista un crecimiento continuo.

Otra cosa interesante a explorar es que esperas el juicio externo de tus padres, de tu pareja, de tus amistades, etc. y eso te hace sentir que tú también tienes derecho a juzgarlos. 

Entonces, ¿a dónde nos lleva esta reflexión? ¿A qué le tememos realmente si tenemos miedo a ser juzgados? ¿Por qué no podemos, ni por asomo, superar este miedo al rechazo? Porque en el fondo, si nos juzgan o rechazan por quienes realmente somos, ¿a dónde más podemos ir? De nuevo aparece la soledad y el ser humano no lleva bien la soledad, ese estado de aislamiento no deseado, que provoca malestar, ansiedad o tristeza o vacío, mientras que la solitud es la elección voluntaria de estar solo y disfrutar de la propia compañía, es una habilidad para encontrar paz y bienestar con uno mismo. 

La clave aquí es comprender que tememos ser vistos como quienes nos han condicionado a creer que somos cuando no lo somos. ¿Y qué nos creemos que somos? Indignos, no merecedores, pecadores, inadecuados, culpables y la lista la podemos ampliar a narcisistas, manipuladores, víctimas… La consecuencia de esto es un ciclo continuo y un autosabotaje de culpa y vergüenza. Por lo tanto, más miedo al rechazo, más dolor, más sufrimiento, más pérdida de confianza en los demás y en el mundo. Creemos que tarde o temprano, los demás nos verán como somos y nos rechazarán, nos lastimarán. ¡Qué incoherencia! Así que la solución vuelve ser escapar. Modo de huida total o modo avión. Y, una vez más, pasamos por alto la verdadera solución dentro de nosotros mismos. Permanecemos ciegos al hecho de que sin autoestima no podemos desarrollar la auténtica autoconfianza con la que nos siguen diciendo que conectemos. Y entonces el ciclo continúa. Pero si no te expones, si no enseñas quien realmente eres, la confianza y la autoestima no pueden hacer aparición y ser las protagonistas. Porque primero hay que salir a la calle y ahí es cuando puedes experimentar la confianza y, por efecto dominó, la autoestima.

El poder desempoderador del Autojuicio

El verdadero problema, como hemos visto, no nos ataca desde afuera. Sí, tememos el juicio y el rechazo de los demás, pero no son estos los problemas los que impulsan nuestros ciclos tóxicos de culpa y vergüenza. El combustible viene de adentro.

Nuestro juicio interno es la causa de todo nuestro dolor, sufrimiento y miedo.

No podemos ver ni sentir cómo recreamos constantemente el círculo vicioso. Crecemos y añadimos cada vez más capas de vergüenza y culpa tóxicas, de modo que la verdad se vuelve aún más difícil de encontrar entre los escombros.

Es lo que se graba en nuestra mente consciente y, a menudo, inconsciente, lo que nos hace temer tanto al rechazo. Al juzgarnos constantemente, seguimos rechazándonos y proyectando este juicio y rechazo hacia afuera, asumiendo que los demás harán lo mismo.

Así que no te creas nada de lo que tu ego te dice que eres porque el 99,9% de las veces es falso.

Cómo surgió el Miedo al Rechazo

  • Creciste rechazado: Si uno o ambos de tus progenitores te rechazaban de alguna manera en tu infancia probablemente te habrás convertido en un adulto muy sensible al rechazo y temeroso de él. Ser rechazado de niño te hace sentir inseguro. Si no puedes confiar en la coherencia de tus padres, es difícil creer que puedas confiar en alguien ya que cuando somos niños son nuestros referentes. Y de adulto, esperas el rechazo a la vuelta de la esquina. Además, de niño, cada rechazo de tus padres deja una herida. Una herida que no quieres que nadie toque cuando seas adulto y lo evitas a toda costa.
  • No crees en ti ni te amas lo suficiente: Para esperar la aceptación de los demás, primero debes aceptarte a ti mismo. Lo sé, muy trillado y muy espiritual pero es así, no hay más. Cuando no te amas, te sientes indigno de ser amado por lo que es muy difícil imaginar que alguien te quiera de verdad y lo único que se acerarán a ti serán ‘depredadores’.
  • Negligencia emocional infantil: Quienes crecieron en familias que ignoraron, desalentaron o, en casos más extremos, rechazaron sus sentimientos y necesidades emocionales tienden a crecer con un miedo marcado disfuncional al rechazo. Cuando ignoran tus sentimientos de niño, te sientes ignorado y como si no fueras lo suficientemente bueno para obtener atención y cuidado de los demás. Esto puede llevarte a vivir tu vida esperando literalmente ser ignorado y rechazado. Mucha gente ya ni tiene miedo al rechazo sino que ya espera de manera ‘natural’ (quiero decir disfuncional) que les rechacen, lo dan por hecho y si alguien no les rechaza no se lo llegan a creer y autosabotean la relación para que al final los abandonen.

Pasos para superar el Miedo

Reconocimiento, conciencia y responsabilidad. Cuando estas tres decisiones internas se toman con claridad y se ponen en práctica, nos impulsarán hacia adelante. Catalizarán acciones transformadoras como la confianza para así poder trabajar abiertamente con un terapeuta.

  • Reconocer: El primer paso es reconocer qué sucede en tu interior y cómo impacta en tu vida. Abandonar la negación dejando la autocrítica, que lo único que hace es dañarte, y asumir la responsabilidad para tomar acción, es decir, no paralizarte.
  • Crear conciencia: Ser consciente de que no tengo confianza en mí mismo y de que tengo miedo al juicio y al rechazo. 
  • Hazte responsable: Una vez que hemos reconocido y somos conscientes de nuestro propio autojuicio y autorechazo, entonces la verdadera responsabilidad se convierte en el siguiente paso.
  • Verdadera responsabilidad: Cultivar la capacidad de responder a lo que veo frente a mí, en lugar de evitarlo.

Si pones tu atención en esto, contribuirás a construir paso a paso tu autoestima y, por tanto, la auténtica confianza necesaria para enfrentarte al mundo y superar de una vez por todas tus miedos al rechazo y al juicio.

Recuerda que esto es un viaje no la píldora milagrosa.

He conocido a cientos de personas maravillosas que viven bajo el peso de este miedo disfuncional, sin darse cuenta de que el rechazo es una parte inevitable de una vida plena. Tenemos que salir del cascarón.

Maneras de Abordar el Miedo al Rechazo

  1. Sé consciente de tu miedo: Una vez que sepa que tu miedo al rechazo es grande, impactante y un problema significativo, estarás en una nueva posición para dejar de permitir que te controle.
  2. Intenta comprender el origen de tu miedo: La comprensión nos hace libres. Cuando entiendes qué está causando tu miedo al rechazo, este pierde parte de su poder sobre ti.
  3. Empieza a pensar en el rechazo de una forma más compleja: La mayoría de la gente piensa que es una calle de un solo sentido. Pero el rechazo no es tan simple. La realidad es que también el rechazo dice más de quien rechaza que del rechazado. Cuando te pasan por alto para un ascenso, es por razones que existen en la mente del “rechazador”, y esas razones son probablemente bastante complicadas, mixtas y, tal vez, hasta erróneas. Ahí te dejo para que lo reflexiones.
  4. Date cuenta de que el rechazo es señal de que te estás arriesgando: Así como el fracaso es señal de que te estás esforzando, el rechazo es señal de que te estás arriesgando. Oblígate a exponerte y a comprometerte. Atrévete a intentarlo incluso cuando te rechacen. Esto es señal de fuerza y valentía.
  5. Trabaja en aprender a amarte y valorarte: Amor propio y autoestima. Son vitales, y no solo para mejorar tu miedo al rechazo. Conocer quién eres, tus fortalezas y debilidades, tus cualidades, sentimientos y necesidades es el punto de partida y eso, insisto, se consigue exponiéndose al mundo, saliendo al escenario de la Vida.
  6. Sana tu herida de la infancia. Las consecuencias de crecer con tus emociones tratadas como una carga indeseable pueden persistir durante toda tu vida. Como adulto, puedes sentirte inferior, defectuoso o insignificante. Puedes evitar correr riesgos y ser propenso a sentir culpa, enfado, ira… Afortunadamente, cuando superas el hábito constante de ignorar tus propios sentimientos y comienzas a valorar tus emociones, todo puede cambiar. Pide ayuda si hace falta pero reconcíliate con tu pasado que, por cierto, ya no existe y date la bienvenida al presente donde tienes la oportunidad de comenzar de nuevo sin etiquetas ni expectativas. Si necesitas ayuda para esto ya sabes dónde encontrarme.

¿Quieres vivir con miedo, perdiendo oportunidades que recordarás con tristeza y arrepentimiento? ¿O quieres aceptar y valorar tus emociones, reconocer tu verdadero valor, afrontar tus miedos y empezar a comprometerte y asumir riesgos?

Venga, dale!

Yo Isasi

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